viernes, abril 21, 2006

Gorriones

Estoy leyendo algunos poemas de Para Ángeles y Gorriones, de Tiellier.

Últimamente me ha pasado algo extraño, todos mis gustos de adolescencia, como es Teillier por ejemplo, se me están repitiendo, los estoy recobrando con extraña arqueología.

Arqueología o genealogía el método no importa. Trato de buscarme bajo piedras extraños y tengo una extraña sensación respecto a mi “destino”.

Mi moira, mi futuro y mi pasado que se me repite a diario.

Estuve en el País Vasco, en el campo, un campo perfecto, adornado; menos crudo que el sur de Chile.

Los dos me seducen, pero más me seduce la virginidad y soledad del sur de Chile. Recuerdo correntoso y lo asocio con Heidegger.

Lo asocio con la lentitud y con mirar a través de los espejos

Algo de Teillier:

IM A G E N P A R A U N E S T A N Q U E

Y así pasan las tardes:
silenciosas, como viejas monedas
en manos de avaros.
Y yo escribo cartas que nunca envío
mientras los manzanos se extinguen,
victimas de sus propias llamas.
Hasta que de lejos
Viene el llamado
de ventanas golpeadas por el viento
en las casas desiertas,
y pasan bueyes desenyugados
que van a beber a1 estero.
Entonces soy un mendigo
que le pide a1 tiempo
un recuerdo que no se deforme
en el turbio estanque de la memoria.
Y horas que Sean
reflejos de sol en el dedal de
la hermana,
crepitar de la leña,
que se queman en la chimenea,
y claros guijarros
lanzados al río por un ciego.

1 comentario:

Anónimo dijo...

cuando vas a dejar de ser mamon?